Hoy, tantos años después, en nuevos locales, con nuevas maquinarias y con una gestión empresarial más moderna, el Pastificio recoge y conserva la preciosa herencia que le dejó su fundador, hecha de artesanía, amor por la tradición y cuidadosa selección de las materias primas, combinada, sin embargo, con el placer de la experimentación y la contaminación de las recetas tradicionales.
Nuestra clientela ha crecido, y si antes el mercado destinatario estaba representado por pequeñas tiendas de alimentación, hoy, la producción del Pastificio se destina a la gran distribución, hoteles de prestigio y estructuras receptivas, que requieren importantes suministros, si se comparan con los ambiciosos objetivos empresariales fijados. De lo que nos jactamos esencialmente es de que nuestros productos, dentro de la GD sarda, no tienen competencia en términos de calidad, sino sólo, e inevitablemente, en términos de precio. Cada día nos esforzamos por mantener un alto nivel de calidad, gracias a la búsqueda constante de materias primas de calidad, envases atractivos y refinados, el cumplimiento de la estricta normativa en materia de higiene y salud alimentaria y, sobre todo, el entusiasmo de nuestro personal, que ama su trabajo y lo realiza con gran sacrificio.